ALEXIS EDWARDS

Antiguo Al-Andalus, ahora Andalucía, España, 1971.

Vive y trabaja en España.

​Estudia artes y se conecta con diferentes disciplinas artísticas, escultóricas y pictóricas, sin embargo, cuando experimenta el arte fotográfico, se siente fascinado por la velocidad del proceso y la magia del laboratorio que se convierte en su "espacio vital", revisando al comisario Alberto Galán. "vive, come y él duerme en el cuarto oscuro (laboratorio)".

En 1995 entró en contacto con la Fotogalería Ufca y comenzó a forjar una visión fotográfica diferente de la Académica en la que predominaba el instinto de visión frente a técnica.

Sus obras comienzan a circular por circuitos artísticos y reciben el apoyo visual de los críticos más prestigiosos, Juan Manuel Bonet (ex director del Museo Reina Sofía) Rafael Doctor (curador) Carlos Pérez Siquier, Soledad Lorenzo (galerista) Alejandro Castellote (ex director) de fotoespaña) Ouka Leele (artista) Cristina García Rodero, Juan Manuel Castro Prieto, (Fotógrafos) Chema D'Acosta (curador) etc.

Su necesidad de descubrir un mundo bucólico lo lleva a desarrollar su trabajo en países y culturas muy alejadas de su entorno geográfico.

Sus imágenes son siempre contundentes y surrealistas debido a su técnica, pero al mismo tiempo sus composiciones obtienen la perturbadora yuxtaposición de varias historias, que a veces trascienden el límite de la imagen pura para convertirse en piezas teatrales.

Si miramos sus obras, cerramos los ojos y nos dejamos llevar por un sueño bucólico, en el que Alexis Edwards nos invita a participar en una especie de "Cuento" donde nos muestra las imágenes y el argumento que creamos nosotros mismos.

No contentos con darnos esa dosis de imaginación, activamos los cinco sentidos a un estado de placidez adecuado para sentarnos en un sofá frente a una pared con su trabajo colgando y sentir como una sensación de paz se apodera de nosotros, mezclada con un Dosis de profunda alegría y vitalidad en un entorno de criaturas mitológicas, animales y figuras humanas llenas de plasticidad y armonía que invita al espectador a cerrar los ojos y sumergirse en un largo sueño como un oso hibernante.